Es quizá la población más blanca entre las blanquísimas poblaciones menorquinas. Es un legado de la dominación francesa bajo Luís XV. Según reza la inscripción de la fachada del grandioso templo neoclásico bajo los escudos del rey de Francia, del gobernador conde de Lannion y del intendente Causan, los franceses le dedicaron este templo a San Luís el año 1762.
La terraza de la población es de calles rectas tiradas a cordel. En la principal hallaréis las torres de varios molinos de viento, aunque algunos desprovistos de aspa. Tampoco faltan casitas de armonioso estilo francés. En el término de Sant Lluís además de varias torres de defensa antiguas, existen varios caseríos muy típicos como Torret y en su litoral modernas urbanizaciones muy frecuentadas por los turistas: Punta Prima, Alcaufar y Binibeca, donde se ha construido recientemente una diminuta aldea típica.