Hasta la aparición del turismo, las actividades económicas de Menorca eran básicamente la agricultura y ganadería. La tierra, medio de producción indispensable, se concentraba en manos de un grupo minoritario, heterogéneo y poderoso que, desde la conquista catalana, había consolidado extensos patrimonios territoriales. La nobleza terrateniente constituía una clase social hegemónica durante sol siglos XVI-XIX. Su condición les confería una situación privilegiada ya que ejercían el poder económico. Como clase dominante se beneficiaba de la aprobación de la renta de la tierra mediante la explotación del trabajo de otras categorías (pequeños propietarios, jornaleros, "misstges", etc.)
La tipología de los sembrados, cereales, viña y aceituna, permitía comercializar excedentes de aceite, mientras que el déficit intermitente de cereales condicionaba el ritmo de periódicas crisis de subsistencias.
A partir de mediados del XIX, con la expansión de mercados europeos, se producen una serie de transformaciones importantes que afectan al tipo y sistema de siembra y recogida.
En Menorca, las transformaciones más relevantes corresponden al sector ganadero. El bovino se convierte en la principal fuente de suministro de leche para la elaboración de quesos, destinados igualmente a la exportación.
A medida que el turismo se impone como actividad económica, la agricultura entra en declive desde la década de los 60. Esta situación la reflejan todos los indicadores demográficos y económicos. En Menorca se mantiene la tradición ganadera del siglo XIX, basada en el uso de cultivos de secano, aunque la producción lechera por cabeza de ganado está aún por debajo de la medida europea.
El sector pesquero tiene, en sus diversas modalidades, una importancia económica poco significativa y ocupa una parte de población casi irrelevante.