Reintegración de Menorca a España Siglo XIX

Historia de Menorca

Al volver la administración española, se prohíbe la lengua catalana en la escuela, crecen las trabas para la actividad comercial, se implantan las matrículas del mar y el servicio militar obligatorio. Es el paso de un sistema de libertades públicas a otro centralizado y absolutista. En el siglo XVIII la isla había experimentado un cierto despegue económico, y de golpe vuelve a un régimen medieval y agrario. Sólo en el puerto de Maó sigue habiendo bastante movimiento, ya que era considerado en esos tiempos como uno de los más estratégicos del Mediterráneo.

El 1 de Junio de 1808 el afrancesado coronel del regimiento de Soria instalado en Maó, intentó un alzamiento bonapartista; pero no fue secundado ni por los oficiales y soldados ni por el pueblo. Dos días después fue solemnemente proclamado rey Fernando VII, justamente mientras el emperador francés imponía como soberano del pueblo español a su hermano José Bonaparte.

José Bonaparte

José Bonaparte

Hubo algaradas provocadas por las tropas destacadas en Menorca (regimientos de Soria, Granada, Borbón, voluntarios de Cataluña y artilleros), que el 29 de junio se levantaron contra sus jefes, deseando ir a combatir en la península contra los franceses. Los disturbios se sucedieron hasta que el 19 de julio embarcaron 5.000 hombres a cargo de la Universidad de Maó.

La paz y tranquilidad de que gozaba Menorca atrajo un gran número de fugitivos, principalmente de Cataluña, huyendo de los horrores de la guerra napoleónica. El puerto de Maó rebosaba de buques ingleses y españoles que traían de continuo nuevas familias que venían a establecerse por algún tiempo en Menorca.

En 1810 el gobierno español, ante la constante sangría de la Guerra de la Independencia, hizo un extraordinario llamamiento a filas. Los mozos de Menorca, reacios al servicio militar, se alzaron en tumultuosa revolución. Los principales motines se dieron en Maó y Alaior, donde llegaron a destruir los archivos y destruir los muebles de la intendencia y de la casa consistorial. También hubo alborotos en Villa-Carlos (actualmente Es Castell) y Sant Lluís. Las autoridades de la isla fueron mal vistas, y se condenó a los pueblos de Maó y Alaior a la multa de 50.000 duros, aunque luego fue rebajada.

En 1820, en cambio, al reclamar el Estado nuevos reclutas para hacer frente al alzamiento de las posesiones americanas, se reaccionó de otra manera. Aunque el alistamiento se llevó a cabo, los mozos de casas ricas podían pagarse un sustituto -que en Ciutadella llegaron a recibir hasta 500 duros- . Además había otro método para no ser alistado: el matrimonio. En vista de esto todos los jóvenes amenazados por el temor de las quintas se apresuró a contraer matrimonio, a veces con la primera muchacha que encontraban, con lo que este año se calificó de "año de las bodas".

Fort-de-l'Eau (Emigración a Argelia)

Cuando el mariscal francés Bourmont conquistó Argelia en 1830, el gobierno francés dio grandes facilidades a los que quisieron colonizar aquel extenso territorio. Muchos menorquines marcharon allá deseosos de mejorar sus condiciones de vida. La gran mayoría se establecieron en el pueblecito de Fort-de-l'Eau, que parecía una continuación de las poblaciones menorquinas, por mantener su tradición y cultura. La estancia de la colonia menorquina en Argelia continuó hasta la independencia de aquel país; todos huyeron de allí y la mayoría se instalaron en Francia.

Al haber una situación de gran pobreza en la isla, la construcción de la fortaleza de La Mola (1840) supuso un alivio, al dar trabajo a muchas familias.

A mediados del siglo XIX aparecen las primeras fábricas de calzado, que desde Ciutadella transformarán la economía menorquina, exportando sobre todo a Cuba. También en Maó se instala la primera industria textil. Durante este tiempo crece la influencia masónica y protestante, radicada especialmente en el barrio del ensanche mahonés. En Menorca se da una tendencia al asociacionismo social y cultural que no se produce en Mallorca o Ibiza.